Al polifacético escritor y emprendedor Gregorio Burgueño Álvarez.

 

En Madrid el pasado 25 de abril, lejos de su tierra natal pero con su corazón siempre cerca de ella, falleció a los 84 años Gregorio Burgueño Álvarez.

 

Con su familia dejó de pequeño su querida tierra asturiana, de la que nunca se separó. Gregorio nació en 1932 en Cibea (Cangas del Narcea), donde mantuvo una casa espléndida en la que pasaba largas temporadas.

 

Gregorio, como muchos otros españoles, emigró con ocho años a la gran ciudad, Madrid, donde estudió Tipografía Manual y Mecánica en La Paloma y destacó como excelente linotipista.

 

Su voluntad de aprender y de no estancarse lo llevó, mientras trabajaba, a cursar estudios universitarios de Filosofía en Viena y de Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad Complutense de Madrid, donde además se doctoró. Diplomado en Altos Estudios Internacionales, aprendió alemán y ruso, llegando a ser un reconocido traductor de ambos idiomas.

 

Fue funcionario de las Administraciones Central y Local, desarrollando diversas funciones directivas en el Ministerio de Información y Turismo, Secretario particular (Jefe de Gabinete, diríamos hoy) del Ministro de la Presidencia Carro, Director del Servicio de Publicaciones del Instituto de Estudios de la Administración Local y posteriormente del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP). También  ejerció como periodista en el Periódico Informaciones.

 

Pero su verdadera pasión fueron los libros en todas sus facetas.

 

En primer lugar como escritor: novelista, poeta y ensayista, con más de veinte obras en su haber. Escribió desde libros jurídicos (legislación de las Comunidades Autónomas; legislación venezolana) hasta ficción. "Cuando Mario Grouz volvió a Cibea", es la primera obra de una trilogía sobre historias de su tierra de la que forman parte otras dos: "Cada sereno en su noche " y "Cautivos de la fiesta". Fue Premio Principado de Asturias de Novela por su obra "La ribera del tiempo" (2002). En poesía merece ser citada “Brotes literarios y breves”. En ensayo destacan sus obras "Ortega y Gasset, frases y acotaciones de su pensamiento" y "Reeducación de problemas de voz", entre otras. Sin embargo, de lo que se mostraba con frecuencia más orgulloso era de los discursos que había escrito para diferentes políticos, su buena pluma era notoria. Colaboró con las Revistas de Política Internacional y de Estudios Políticos.

 

En segundo lugar hay que destacar su faceta como editor. Puso en marcha varias Editoriales como Grouz y la Escuela Libre Editorial de Fundación ONCE. En esta última creó seis colecciones con más de ochenta obras publicadas.

 

En tercer lugar como infalible corrector de pruebas, pues no se le escapaba una errata. Doy fe de ello.

 

Y en último lugar, no podemos olvidar su faceta educativa en diversos ámbitos y en especial la puesta en marcha junto con Eduardo García de Enterría y Santiago Muñoz Machado del mejor Master en Derecho y Urbanismo de la época de los noventa, así como muchas otras iniciativas formativas en el marco de la Escuela Libre de Derecho y Economía auspiciada por la ONCE y su Fundación, de la que fue Gerente, Profesor y Asesor Editorial desde 1988 hasta 2005, año en el que se jubiló. Y todo ello, es de obligación decirlo, con el empuje de otro emprendedor nato como es Rafael de Lorenzo García.

 

Gregorio, cariñosamente "Burguer" para los amigos de Sebastián Herrera, fue una persona activa, hijo de su tiempo, siempre en evolución y ejemplo de superación y emprendimiento. Niño precoz para leer, escribir, y aprender a aprender. Una persona hecha a sí misma y como se diría en mi tierra andaluza un "buscavidas", en el mejor sentido de la palabra. De buen humor y socarrón. Alegre y sonriente. Feliz. Entrañable. Noble y conversador. Maestro de muchos compañeros de trabajo, generoso, luchador, simpático, seductor en sus relaciones personales e institucionales. Dispuesto a hacer amigos, a viajar por medio mundo y a no dejar escapar las oportunidades que se le presentaran, trabajando y ofreciendo resultados donde estuviere. Erudito y coleccionista ordenado y sistemático. Gregorio fue un hombre del Renacimiento en la época actual. Todos estos valores fueron factores críticos de éxito para su plena vida, en la que le acompañaron su fiel esposa Elvira y sus hijos Susana, José y Gregorio. También fue por supuesto propagandista y defensor de su tierra asturiana y por ende, como madrileño de adopción, seguidor del Real Madrid.

 

Desde aquí queremos dar nuestro adiós a Gregorio, que no se ha ido del todo pues aquí quedan los suyos, sus amigos, sus obras, sus palabras y su bonhomía.

 

Nos veremos más adelante en Grouz, apreciado Gregorio.